La energía hidroeléctrica (30 %) y la eólica (40%) son las fuentes principales de electricidad que se consumen en el país; solo el 6 % se obtiene en base a combustibles fósiles.
Muchos se preguntan cómo hizo Uruguay, un país sin demasiados recursos naturales debido a su pequeña superficie, para abastecerse en un 94% con fuentes de energía renovables.
Este gran logro se debe gracias a su estabilidad económica y a la continuidad de sus políticas públicas, dos factores que en pocos años, han puesto al país a la vanguardia del mundo. Uruguay ha reconvertido su matriz de generación de electricidad casi en su totalidad a fuentes renovables gracias al agua, al viento y al sol.
El país es una excepción no solo en Latinoamérica sino también en el mundo. Según datos recientes relevados por el Ministerio de Industria, Energía y Minería del Uruguay , el 94% de la energía eléctrica que se consumió en el país durante 2020 tuvo origen en fuentes renovables o sustentables. Encabeza la lista la energía eólica (40 %), le sigue la hidroeléctrica (30 %)luego la energía proveniente de la biomasa (20 %) y la solar (4%). Sólo un 6% de la electricidad fue generada a partir de combustibles fósiles.
Un camino de vanguardia
La respuesta a cómo se gestó esta reconversión acelerada a fuentes de origen renovable para la generación tiene que ver con un plan estratégico para llevar a Uruguay a una posición de vanguardia en materia energética.
En primer lugar, un fuerte acuerdo político entre las distintas fuerzas con representación legislativa, sumado a una visión de largo plazo del escenario energético a lograr y un claro liderazgo estatal claro en un marco de inversiones privadas. “El apoyo contundente de todas las fuerzas políticas del país, la creación de un modelo transformador que posibilitó la llegada de inversiones privadas y un modelo de liderazgo flexible rediseñaron la matriz energética en pocos años” explicó Ramón Méndez, secretario de Energía de Uruguay de 2008 a 2015 por el Frente Amplio, momento en el que el país dio el definitivo viraje hacia las energías verdes.
Según interpretó Menéndez, Uruguay supo de entrada aprovechar dos pilares fundamentales para realizar el cambio de matriz energética : estabilidad y continuidad en el programa de políticas públicas para el sector. “El país llevó adelante una política en materia energética con una directriz clara que se mantuvo sin ningún cambio cuando se sucedieron diferentes gobiernos en el poder . El efecto que produjo fue enorme, porque eso despertó un clima de confianza para las inversiones y por otro lado, una acumulación de experiencia y capacidad de gestión”.
Méndez refuerza este argumento mencionando a “tres grandes elementos centrales” que explican, en su parecer, por qué Uruguay pudo realizar una transición energética eficaz en el sector eléctrico que muy pocos países han logrado al día de hoy : acuerdo político inquebrantable, un ecosistema transformador y un modelo de gobernanza flexible.
La fuerza está en la meta común
Al momento, con un Gobierno de distinta bandera política al que inició la transición (Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional), el desafío es poner en marcha lo que se considera como “la segunda transición energética” mediante una “descarbonización” del pequeño porcentaje restante del consumo de energía. Este 6% es todavía en extremo dependiente del petróleo y corresponde al sector del transporte . Este sector es la principal causa de emisión de CO2 en el país.
Por este motivo ,Uruguay avanzará ahora a buscar con redoblado esfuerzo redoblar la descarbonización del transporte. Una estrategía que el Gobierno uruguayo ha bautizado como “la segunda fase de la radical transformación energética uruguaya”.
Para cumplir este ambicioso objetivo nacional ―según se detalla en el Monitor Energético publicado en el mes de julio pasado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería del Uruguay ― se diseñó una estrategia que no se basa solo en un recambio tecnológico que reemplace de forma gradual los vehículos a combustión por vehículos netamente eléctricos, sino que apunta a ser más estructural. Para ello, se afianza en tres ejes: un nuevo ordenamiento del territorio , la mejora integral en el servicio de transporte público y la puesta en valor de los espacios urbanos públicos.
Avanzar hacia la descarbonización del transporte
Para la concreción de este nuevo tramo de la meta principal, se avanzó iniciativas para la promoción y desarrollo de la movilidad sostenible (puntualmente la movilidad eléctrica), en la creación de un Fondo destinado a la Innovación en Energías Renovables, y en el desarrollo de programas de eficiencia energética en diferentes sectores estratégicos de la economía.
“Uruguay en la actualidad, está caminando hacia la concreción de nuevas metas de gran magnitud. Por ejemplo, en lo que se refiere a la explotación del hidrógeno verde. Ya se ha hecho el diseño de la hoja de ruta para su demanda y también , el país está buscando posicionarse como eventual exportador de energía eólica off shore”, detalló Menéndez.
El ejemplo de Uruguay debe ser modelo para todos los países de Latinoamérica y Europa que busquen dar un paso más hacia un camino de reconversión ecológica y sustentable de cara al futuro. Su agilidad y destreza para avanzar hacia metas eficientes y limpias debe motivar a todos los Gobiernos a repensar su estilo de liderazgo en materia de reconversión energética.