Para los expertos en energías renovables, la energía solar será un recurso disponible en el día a día para 2026 en América del Sur. En la actualidad, según esta mirada tanto Chile y Argentina, junto a los demás países vecinos, tienen el potencial suficiente para convertirse en referentes mundiales en la producción de energía renovable.
Vicente Walker, hombre de negocios y experto en energía renovable en Trina Solar, una firma líder en tecnología solar inteligente, opina que Chile se ha convertido en un referente regional en la senda de la transición hacia un sistema energético más limpio y sostenible. Para el experto, Chile se ha destacado en el concierto de países latinoamericanos por su liderazgo y su firme decisión para la pronta incorporación de energías renovables a su matriz energética.
De hecho, en el presente, la generación mensual de energía renovable en Chile equivale al 69% del total, donde el 18% corresponde a la energía solar. Este importante logro se ha podido concretar gracias al esfuerzo conjunto entre el sector público y privado, donde las políticas públicas han desempeñado un rol clave estableciendo un marco regulatorio sólido, expeditivo y metas claras y ambiciosas, que han atraído e impulsado la inversión en el sector.
En este camino hacia la reconversión energética del país, han sido cruciales la Ley 20/25, que estableció en 2013, el objetivo de alcanzar el 20% de energías renovables en la matriz energética de Chile para el 2025 -meta que se ha superado con creces-, y la Ley de Neutralidad de Carbono para el 2050, que expresa el indeclinable compromiso de Chile para llevar adelante la descarbonización de su matriz energética.
La energía solar, protagonista indiscutida del cambio
Dentro de este escenario positivo, Walker destaca que la energía solar se ha convertido en una de las tecnologías más estables y maduras del mercado chileno. Esto se debe a la abundancia del recurso solar donde la radiación es intensa y permanente a lo largo del territorio, sobre todo en la región del norte. A ello, se le debe agregar la disminución en los costos de los paneles solares fotovoltaicos que han sido la clave para la masificación de esta tecnología, tanto en proyectos de gran escala como en los residenciales y comerciales.
En relación al panorama en América Latina y el Caribe, Vicente Walker opina que la región, vista como un conjunto compacto,posee un extraordinario potencial para el desarrollo de sus recursos renovables. Pero en este sentido, el avance y crecimiento de proyectos ha sido y es, en la actualidad, heterogéneo. Mientras algunos países como México, Brasil, y Colombia han logrado avances muy notables y significativos, otros enfrentan barreras que se alzan infranqueables, como son la falta de marcos regulatorios adecuados y estables, y el acceso limitado al financiamiento.
El futuro se avizora muy alentador para América Latina y el Caribe , dado que la región se encuentra en una posición privilegiada debido a sus ventajas comparativas en la disponibilidad de recursos para liderar la transición hacia un futuro energético más sostenible, en el cual la energía solar , se erige como soporte fundamental del proceso. La región, en toda su vastedad y extensión, cuenta con altas horas de sol constante a lo largo todo el año, lo que se traduce en la práctica, en un potencial solar excepcional, capaz de satisfacer con creces las crecientes demandas energéticas de la población y, al mismo tiempo, permite impulsar el desarrollo social y económico
La relevancia de los desarrollos solares de cara al futuro
Sin embargo, para el especialista Vicente Walker, la importancia de la energía solar en América Latina y la región Caribe va mucho más allá de su abundancia. Al ser una fuente inagotable de energía limpia, su desarrollo es estratégico para mitigar el cambio climático, un desafío urgente e insalvable que afecta con especial crudeza a la región. Reducir con la mayor celeridad posible la dependencia de los combustibles fósiles a través de los desarrollos solares renovables, no solo disminuye las emisiones de gases con efecto invernadero, sino que también coopera en el fortalecimiento de la seguridad y la estabilidad energética de los países, brindándoles un mayor control sobre sus recursos frente a las fluctuaciones de precios internacionales.