Las ciudades son responsables del 75% de las emisiones de gases con efecto invernadero. Por ello, los expertos indican que urge transformar las grandes urbes en espacios más verdes y sustentables como respuesta a la subida exponencial de la temperatura del Planeta.
Las ciudades no deben demorar su transición hacia las energías renovables. Sin este paso, el mundo no alcanzará a una verdadera transformación acorde a las necesidades medioambientales del Planeta .Según cálculos de expertos en cambio climático, las urbes son el foco principal de emisión de gases contaminantes y para el fin de siglo, se estima que el 85% de la población mundial vivirá en ellas.
Sin embargo, en la actualidad observamos que están muy lejos de ser sustentables, es decir, de que los hogares, comercios y pequeños establecimientos posean una generación energética limpia, que el transporte vehicular sea no contaminante y que sus residuos sean exitosamente gestionados. La realidad presenta ciudades invadidas por el cemento, hierro y hormigón, y materiales que no son aptos para absorber el dióxido de carbono como sí lo hacen los espacios verdes. Incluso, la mayor parte de la energía que se consume en las grandes urbes se basa en el uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas).
Desde 1990, según indica el último informe del IPCC( Grupo Intergubernamental de expertos para el cambio climático) publicado en la revista científica Nature, los edificios urbanos han aumentado la emisión de gases nocivos en un 50%. Con la implementación de las energías renovables, los expertos no dudan en afirmar que las ciudades podrían llevar su huella de carbono a una cifra cercana a cero. Por ello, el beneficio de ecologizar las urbes cumple con un doble objetivo: capturar CO2 con nuevos espacios verdes y minimizar las emisiones contaminantes.
La ecologización de las ciudades
Para los expertos, este objetivo es posible de lograr si se lo tiene como meta y se reglamenta la construcción de las nuevas viviendas, ya que el 60% de los edificios del escenario urbano del 2050 aún no ha sido construido. Por esta razón, es importante que se comiencen a utilizar materiales más eficientes, que ofrezcan la posibilidad de una reutilización y un efectivo reciclaje; es decir que posibiliten una reducción de residuos. Vale aclarar que, desde el IPCC resaltaron que los materiales cuya confección no implica la emisión de gases de efecto invernadero aún se encuentran en etapas de investigación y análisis, o a la espera de su respectiva habilitación para la comercialización.
Por otro lado, los expertos señalan que será necesario y óptimo, disminuir el crecimiento en dirección horizontal de las urbes en un futuro, para enfocarse en edificaciones de tipo vertical que puedan maximizar los espacios físicos y los verdes. Incluso, resaltan la importancia de ir adaptando y actualizando los edificios ya existentes para incluirlos dentro de los parámetros de sostenibilidad necesarios. En tanto, en relación al transporte, sugirieron la importancia de una pronta migración hacia la movilidad eléctrica que genera bajas emisiones de carbono o nulas.
Una frase popular reza que “lo último que se debe perder es la esperanza” y, en este sentido, va la labor de los expertos dado que su insistencia en cuanto a prevenir una catástrofe ambiental sin precedentes es aún evitable. Según sus análisis, si los países del mundo realizan de modo efectivo aquello que habían prometido en el Acuerdo de París, se podría cumplir la meta de frenar en gran medida el calentamiento global para finales del siglo.
El compromiso sólo será real si se concretiza en políticas audaces
Malte Meinshausen, profesor de clima de la Universidad de Melbourne, afirmó: “Posiblemente con un gran esfuerzo conjunto podamos mantener el calentamiento del planeta por debajo de la marca simbólica de 2 grados centígrados con las promesas sobre la mesa. Eso sólo es posible, por supuesto, si los países cumplen las promesas. En este sentido, la energía eólica y solar hoy más baratas demostraron que la disminución de las emisiones de carbono pueden llegar más rápido de lo que se esperaba”, explicó el científico.
Con ese tono positivo, el profesor enfatizó: “Las políticas y los objetivos implementados en la práctica en cada ciudad, pueden cambiar de modo radical las temperaturas futuras. Por ello, es muy importante que los países mantengan el optimismo. Sí, con las estrategias adecuadas hay esperanza”. Aunque aclaró de modo certero: “Tampoco tenemos la posibilidad de cometer errores (al limitarse apenas a 2°C) ni las promesas en la boca de los responsables nos sacan del camino cercano a los 1,5 grados”.