La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) puso en funcionamiento sistemas solares fotovoltaicos en las bases Marambio, Carlini , en el Refugio Elefante y en la Isla Vega. Con estos desarrollos de energía renovable el país da un paso adelante en el cuidado del continente blanco.
Este año se cumple el décimo aniversario del inicio del trabajo conjunto de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) con la Antártida y , para celebrarlo, el organismo energético instaló un cuarto sistema fotovoltaico en el continente blanco . El equipo , operativo desde el mes de febrero de 2024, y que alimenta con la energía renovable y limpia del sol un refugio en la Isla Vega, se utiliza para realizar estudios de glaciología. Mientras tanto, otros equipos similares se encuentran en funcionamiento en las bases Carlini y Marambio y en el refugio Elefante.
La CNEA a través de su Departamento de Energía Solar puso en actividad el primer sistema solar en la Base Marambio en diciembre de 2014, mediante un convenio especial con la Fuerza Aérea. Desde 2019, colabora de modo permanente con la Dirección Nacional del Antártico, con el objetivo de dotar de energía renovable a más instalaciones, bases y refugios argentinos en el continente blanco. En 2020 ya se sumó otro sistema de energía solar renovable en el refugio Elefante, dedicado a la observación y al estudio de fauna y, el año pasado, se adicionó otro más en la Base Carlini. Estos sistemas de energía limpia permiten ahorrar combustible de origen fósil y evitan la contaminación de la atmósfera con la emisión de gases de efecto invernadero.
La cuarta y más reciente instalación solar fotovoltaica se encuentra en un refugio de la Isla Vega, situado a 60 kilómetros de la Base Marambio y en las cercanías del glaciar Bahía del Diablo. Este equipo se trata de un sistema “aislado”, es decir que , a los paneles solares se le suma un equipo de baterías para el almacenaje de energía. De esta manera, esa energía puede ser utilizada en los meses de invierno cuando el recurso solar es escaso.
Un paso adelante en el cuidado medioambiental de la Antártida
El refugio de Isla Vega es utilizado como un enclave estratégico por la dotación científica de la Antártida Argentina para realizar estudios específicos de glaciología. El nuevo sistema fotovoltaico es clave ya que evita el uso de un generador que opera con un motor diésel.
En este camino de conversión hacia las energías limpias, cabe mencionar que ya cumple un año la instalación solar conectada a la red de baja tensión de la base científica Carlini. Desde su puesta en funcionamiento, en enero de 2023, este sistema solar fotovoltaico de 2,32 kW aportó una energía de alrededor 1150 kWh.
Por otra parte, en diciembre de este año va a cumplir una década de servicio continuo el sistema renovable instalado en la Base Marambio, que fue el primero en entrar en funcionamiento en el territorio antártico argentino. Este equipo genera electricidad a partir de ocho paneles fotovoltaicos de silicio que están instalados en el techo de la terminal de pasajeros de la base. En total , los paneles suman unos 1,92 kW de potencia y se encuentran conectados a la red eléctrica local.
Base Marambio, líder en generación solar
En su primer año de operaciones, el equipo solar de la Base Marambio inyectó 1740 kWh, un 51% más que el de la base Carlini, a pesar de que este último tiene mayor potencia. El motivo es que, por cuestiones de índole meteorológicas, el recurso solar es más abundante en Marambio.
La otra instalación solar fotovoltaica en la Antártida Argentina es la que se encuentra en el Refugio Elefante, que fue instalada en 2020 en las inmediaciones de la base Carlini. Cuenta con cuatro paneles solares con una potencia total de 1 kW y un dispositivo de almacenamiento en baterías de litio.
El Refugio Elefante es una base científica de observación de fauna que opera entre los meses de septiembre y marzo. En invierno queda cubierta bajo 2,5 metros de nieve. Antes de la instalación de los equipos solares, para poder contar con energía eléctrica había que transportar un generador diésel y además, el combustible. Actualmente esto ya no es necesario, sino que, también, gracias a la eliminación del ruido del generador, el refugio se rodeó de pingüinos y se puede avistar mucha más fauna antártica.
Las instalaciones solares fotovoltáicas en la Antártida integran, desde 2024, parte de un programa de inversión pública (BAPIN). “Esperamos que se continúe aumentando el uso de fuentes de energía limpia en las bases antárticas argentinas. Tener instalaciones solares fotovoltáicas en regiones polares nos permite conocer cuál es la eficiencia de estos sistemas con temperaturas extremas, entre otros datos científicos”, explicó Hernán Socolovsky, jefe del Departamento de Energía Solar por la CNEA.